Atenea

19 de julio de 2012. Son las 8:45 de la mañana y estoy, cámara en mano, esperando la llegada de los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo. Se reúnen varias veces al año, pero hoy el ambiente es especialmente tenso. La crisis financiera devasta media Europa, y golpea con particular dureza a los países mediterráneos. Frente al BCE, cientos de ciudadanos de distintas nacionalidades acampan en señal de protesta. A las nueve en punto, varios coches oficiales se detienen frente al edificio. De ellos descienden los llamados «hombres de negro». Comienzo a fotografiar sus maletines. Sus rostros no me interesan demasiado; lo que realmente me fascina —y me ha llevado hasta aquí— es la textura y el brillo de ese cuero que oculta los números. Disparo varias ráfagas con el teleobjetivo. En menos de un minuto, ya han desaparecido tras los controles de seguridad. Sé que tardarán horas en salir, así que decido deambular por los alrededores. Al rodear el edificio, paso frente a una tienda que pertenece al propio Banco. En su interior descubro todo tipo de recuerdos relacionados con el euro: camisetas, tazas, platos, pósteres, mecheros, todo “tatuado” con el símbolo €. Me pregunto quién querría comprar semejante colección de banalidades. Estoy a punto de salir cuando, en una esquina, descubro unos paquetes que parecen contener fajos de billetes. El dependiente me explica que, en efecto, se trata de paquetes de un millón de euros, retirados de circulación por defectos de impresión, triturados, prensados y empaquetados para su venta como souvenir, a un módico precio de diez euros. Me asombra la perversa genialidad del sistema capitalista, capaz de generar beneficios incluso del dinero que ha perdido su valor. Decido comprar uno de esos paquetes y llevarlo desde el corazón del poder económico europeo hasta el Partenón de Atenas. ATENEA es el relato visual del trayecto que realicé, recorriendo Europa de norte a sur y de oeste a este, con un millón de euros falsos en la maleta.